25 de julio

Cuando me levanté a desayunar (tarde), ya sabía que intentaría llegar a Mérida (creo que son 75 km). Tenía la sensación de que me aburriría en Cáceres viendo los palacios y la catedral y que debería hacerlo tarde o temprano (me refiero a ir a Mérida, claro). Además, si iba hoy, podría ir a ver una obra (Prometeo) al teatro romano. La entrada más barata costaba 12 € y la entrada turística al teatro (sin obra) 7 u 8 €, así que merecía la pena acercarse. Aquella vez me propuse a mí mismo dormir por vez primera en un camping (sonaba muy oficial).
Cuando escribía esto me encontraba en "el bar de Moe", un bar de carretera enano pero con un buen ambiente y con una tapita diferente con cada consumición. Me paré en la segunda porque si no cualquiera aguanta luego los 20 km restantes y una digestión a 40 grados a la sombra. Ahora tocaba apoquinar y con un poco de suerte en una horita me plantaría en Mérida, buscaría el camping, montaría la tienda y a comprar las entradas para el teatruelo.
Al final los 20 km costaron un cacho ya que se levantó una poca de viento. El camping lo arregló todo ya que tenía piscina: ¡aaah...!

Esta es una de las fotos que más me enorgullece haber hecho. No necesita presentación:


En Mérida no se podía hacer más que llenar el estómago de agua, pero eso no arreglaba que estuviéramos rozando los cuarenta grados a las ocho de la tarde.




Al sacar la entrada para Prometeo, me dijeron que podía dejar la bici en un aparcabicis de un parking vigilado cercano. Me pareció una gran idea, sobre todo para ver el teatro tranquilamente. Sin embargo, los dos amigos del aparcamiento me explicaron que sólo se aceptaban motocicletas, automóviles... ¡y bicicletas del ayuntamiento! Así que ni siquiera pagando podía dejar mi bici. En fin, no le vi mucho sentido ya que había sitio y no sabía qué problema podía haber al dejar una bicicleta "particular" en lugar de una moto o de una bicicleta municipal. Al final aparqué en la farola más cercana a la entrada del teatro, como de costumbre, y allí seguía intacta a la salida.
El teatro es precioso aunque es cierto que la roca de los asientos irradia el calor durante toda la obra y eso hizo que estuviera viendo el teatro semidesnudo, en plan gladiador.



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