27 de julio

Me costó encontrar el camino paralelo a la autovía para llegar a Badajoz, pero por fin lo encuentro: el canal del Lobón y más tarde la antigua nacional V (National VII). La jornada comienza mal porque empiezo a sentir molestias en la rodilla izquierda. Me planteo todo tipo de cosas, como acabar el viaje en Badajoz, en Elvas... Mucha penita porque faltaban sólo cuatro etapas para dar por finalizado el viaje en Lagos, Algarve. Seguimos aguantando y sufro el primer pinchazo (¡bieeen, qué oportuno!). Entonces quito el pinchito, sigo rodando unos metros e inflo la bici. ¡Gracias al sabio consejo de Javi no tengo que hacer nada más! ¡Las cámaras antipinchazos funcionan! Sigo bien contento y noto que el dolor de la rodilla se esfuma cuando paro un rato, para reaparecer enseguida cuando sigo pedaleando.




Llego a Badajoz, 200 °C a la sombra; tónica con tapita, postales y plátano de súper. Salgo sin visitar nada porque ya había estado en Badajoz anteriormente y con ese calor nada podía hacerse. Cuando llego cerca de la frontera, me doy cuenta de que no hay vía de servicio, ni una carretera antigua para pasar: ¡sólo la autovía! El intento de suicidio no entraba en mis planes así que investigué los caminitos de alrededor. Nada de nada, un río con los márgenes cubiertos de espesa vegetación cortaba el paso. Tras muchos kilómetros llego a una urbanización (bravo Google Maps, tú también funcionas) donde me dicen que me marche de nuevo hasta Badajoz y tome otra carretera para llegar a un pueblo a 15 km (Montemayor) y encaminarme desde allí a Elvas. No hice caso de los sabios y encontré un atajo por una vía de tren: tres pasos miro hacia delante, uno hacia atrás, tres pasos miro hacia delante, uno hacia atrás...


Con esa disciplinada táctica y sabiendo que no pasaban trenes de alta velocidad, nada podía pasarme. Por fin la vía cruzaba una carretera (tal y como auguraba Google Maps) y me hallo en algún lado de Portugal. Hasta que llegué a Elvas, pasé dos horas con perros asesinos (alguno estaba suelto), nada de agua y un sol que me abrasó la espalda (primera quemadurinha del viaje).

Llegué tarde, a eso de las 18.30 a Elvas y Elsa me esperaba porque había quedado en llevar a su madre al trabajo. Mi segunda experiencia de CS en Portugal fue también todo un éxito. Elsa era muy atenta y yo volvía a tener una habitación para mí solito. La casa de Elsa era enorme y ella me trató casi como a un hijo. Me ofreció una birra y acepté, pero luego me dijo que no venía bien, así que me puso agua, je, je. Merendé como si fuera el último día de mi vida porque además me ofreció piña, pavo, queso fresco (tenía un gran arsenal de comida baja en calorías).



Cuando se hizo tarde vimos las murallas de la ciudad y sus magníficas vistas y comimos un bacalhau típico de la zona: "bacalhau dourado". También vimos una marisquería llena de españoles (a tenor de los coches aparcados), volvimos a casa y a las siete y media ya estaba en camino, a ver qué tal se portaba mi rodilla.


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