29 de julio

La noche fue muy caliente, pero a eso de la una de la noche comenzó a soplar más viento. Tenía puesta la mosquitera y entraban hormigas por algún lado, pero también entraba el viento. La cocción a la que estaba sometido mi cuerpo era impresionante. Completamente desnudo parecía "el Chuache" en Desafío Total cuando sale lleno de sudor y todo brillantito como su madre le trajo al mundo: ¡qué agobio!
Después me despertó un coche que quería hacer la pirula y paró en mi escondite. Yo me desperté y corrió la adrenalina por mi cuerpo. ¿Quiénes eran esos tipos?, ¿qué querían?, ¿serían uno de esos coches que me veían desde la otra carretera (separada por una valla) y a quienes les resultaba extraño ver mi tienda?, ¿querían violarme y hacerme poke-yoke hasta la muerte? Agarré la navaja, escuché atentamente y dando la vuelta, se fueron por donde habían venido.
El desayuno fue completísimo, con batido de chocolate y cereales tufados varios. Mejor que en un hotel.


Prontito cogí la bici y tira millas hasta llegar a un bareto, tomar un café y asearme mínimamente (y cuando digo mínimamente, quiero decir mínimamente).

Al fin llego a Beja, otro castillo (ya me aparecen hasta en sueños), subida por suelo empedrado, iglesia, mercado y vamos que nos vamos. Había que llegar a Ourique antes de que el calor derritiera el asfalto y preferiblemente a tiempo para comer sentadito en cualquier restaurán.
Lo conseguí y después del pollo-frango riquísimo me di cuenta que entre la etapa de ayer y la de hoy hice 280 km, es decir, una burrada. Parece entonces que la rodilla se porta bien. He cambiado también la cala derecha en consonancia, por si acaso.
Ahora estoy en un antro cualquiera en el que he devorado un helado y una tónica (se ve que la comida no me ha llenado). En el restaurante me han recomendado que vaya al siguiente pueblo para encontrar un alojamiento barato (25€). Me ha gustado la idea aunque ahora dudo si ir ahora o esperar que caiga la tarde. Imagino que ni lo uno, ni lo otro. Iré antes a tomar todo el líquido que haya en el bar (no me ponen cerveza con gaseosa, ellos se lo pierden).
La verdad es que ya tengo ganas de llegar. Con cada ciudad a la que llego, me doy cuenta que me acerco más a la meta y que tengo muchas ganas de llegar. Al final voy a acabar haciendo lo que pensaba. Me parecía una buena idea llegar al Algarve en bici y visitar Extremadura y Portugal por el camino y va a ser muy bonito poder realizarlo. Decirlo, creerlo y poder hacerlo: así da gusto.
¡¡El motel de carretera fue un auténtico éxito!!

Este no era el hostal, pero un nombre así se merece una foto en la red de redes:


¡15 € por una habitación en la que podía dejar la bici , estaba de camino, tenía un bar que abría a las 6 de la mañana, aire acondicionado y una cerda de pata negra en el patio trasero!


El aseo personal, los europeos de atletismo y la cena ocuparon todo mi tiempo hasta la hora de ir a dormir. ¡Bravo por los atletas, me alegraron la tarde!

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