18 de julio

Bueno, los preparativos para un viaje así suelen ser algo más concienzudos, pero para variar, "no tuve tiempo". Hice una lista con todo lo que tenía que llevar (o que pensaba que debía llevar), desmonté la bici y la metí dentro de una funda del Decathlon, una de esas fundas de plástico para evitar que se llenen de polvo. La até con unos pulpos de cualquier manera y al tren. ¡Cómo pesaba todo desmontado y qué bien se llevaría más tarde organizadito: sobre ruedas!

Despedida en Abando y, afortunadamente, tras un pequeño susto con el "interventor malo", sale el "interventor bueno" y me deja meter la bici entre sus asientos y la pared. Al parecer está terminantemente prohibido llevar bicicletas (aunque vayan en bolsas como equipaje) en los trenes que no tienen compartimentos a tal efecto o literas (en ese caso, hay que comprar un billete y dejar la bici en la litera). Es decir, en la mayoría de los trenes no nos dejan llevar las bicicletas, está bien saberlo.

Estoy impaciente por llegar a Salamanca. Primer día de CouchSurfing, o más bien noche porque apenas me quedo unas horas. Lástima porque había gente agradable e interesante en aquella casa.
De las miles de cosas que la gente me preguntaba si tenía o no, creo que, quizás un mapa, vaya a ser lo más importante. A ver si hay alguno que tenga la parte sur de Portugal bien grandecita.
Voy a seguir esperando. Me gustaría echar un ajedrez aunque quiero estirar bastante la batería del móvil. De todos modos lo jugaré, parece que merece la pena. Ya habrá tiempo para arrepentirse.


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